El vino se convierte en un boom en Bahía Blanca

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Así como se vive el boom de la cerveza artesanal en la ciudad, las vinotecas también proliferan y desde las mismas aseguran que el público, cada vez más joven, se está volviendo exigente a la hora de realizar la elección.

Cualquier rubro, por distintos motivos, puede atravesar un buen momento, alcanzar un pico de éxito.

Si en nuestra ciudad con solamente darse una vuelta por la avenida Alem basta para notar que la cerveza artesanal pisa más fuerte que nunca, no hay que dejar afuera del auge a las vinotecas, que además de aumentar en cantidad, cuentan con una clientela cada vez más fiel y más estudiosa del producto.

Luego de dialogar con los referentes de tres comercios y de una distribuidora del rubro, “La Nueva.” pudo saber que, entre otras cosas, el público que apunta a la media y alta gama de vinos es cada vez más joven -partiendo desde los 30 años- y que en la actualidad, para hablar de un buen vino, no se puede esperar pagar menos de 150 pesos.

Osvaldo Del Piero, propietario de una distribuidora ubicada en Florida y Zapiola, explicó que “de a poco la gente se está animando a salir del vino tradicional, sobre todo en lo referido a las marcas, aunque todavía está pendiente que se atreva a encarar las variedades de uva menos conocidas, es decir las que no son malbec o cabernet sauvignon, algo que a las bodegas les resultaría muy atractivo”.

“Se toma muchísimo el tinto, y dentro de este apartado, el malbec y, en menor medida, el cabernet. El desafío que se viene, aprovechando que el público se está abriendo, es vender más de syrah, merlot, tempranillo y por qué no el blanco en cantidades más grandes”, agregó Del Piero.

Sobre el momento en que el cambio en el gusto de la clientela se volvió más selecto, Mirko, propietario de una casa de vinos ubicada en Sarmiento 455, opinó que “comenzó hace unos 4 años, de la mano de la proliferación de los vinos de autor, las muestras, ferias y degustaciones que hicieron que la gente se interiorizara”.

Respecto de la edad de los clientes, el hombre explicó que “son cada vez más jóvenes” y que es la gente más grande la que sigue optando por una buena botella “para una atención al médico, al abogado o al contador”.

Mirko, quien además tiene un local en Brasil al 900, donde las gamas buscadas son más bajas, definió a la afición por el vino como “un camino de ida, ya que cuanto más te acostumbrás a consumir un producto bueno, más te cuesta volver para atrás”.

Finalmente, con relación a la competencia con las cervecerías, que están en auge, reconoció que las vinerías –de 20 a 23 en la ciudad según él-, tienen un mecanismo de defensa, que consta en darle lo mejor al cliente para mantenerlo cautivado.

Guillermo, experimentado vendedor de una de las vinerías más grandes y tradicionales de la ciudad, ubicada en Zelarrayán 861, explicó que “mientras que la gente grande es más estructurada, y cuando encuentra algo que le gustó permanece con ese producto y se resiste al cambio, los más jóvenes buscan todo el tiempo la novedad”.

Sobre los días de mayor afluencia de clientes exigentes al local, Guillermo comentó que “como los jueves y viernes suelen venir muchos jóvenes y andan con los changuitos por todos lados, el adulto viene otro día, en un momento más tranquilo y en busca de alguna oferta o novedades”.

Sobre el efecto en el bolsillo que tiene el amor por el buen vino, explicó que hay de todo tipo de clientes y que, por ejemplo, hablando de los que ya se jubilaron, “están los que no pueden seguir pagando el vino que tomaban cuando estaban en actividad, los que pueden y lo hacen, y los que pueden pero no lo hacen, aunque eso les repercuta en la salud. Ojo, el cliente que busca la damajuana sigue existiendo”, aclaró el comerciante.

Fuente: La Nueva Provincia

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